Una de las cosas que siempre recordaré y agradeceré de haber estudiado Filología Inglesa es haber disfrutado de algunas clases de Literatura con profesores que contagiaban su verdadera pasión por lo que estaban enseñando; hasta el punto de que acababas enamorándote de las asignaturas y de lo que tenías que estudiar.
Mari Ángeles Conejo fue una de esas profesoras, que me dio un par de asignaturas de Literatura Inglesa. Recuerdo lo ensimismada que me quedaba cuando nos enseñaba a analizar los sonetos de Shakespeare y me hizo descubrir todo lo que había detrás leyendo entre líneas.
Por ello, hoy he decidido hablaros un poquito del salseo tras los sonetos del Bardo de Avon, al que todos conocen, pero poco se sabe de su vida.
Los Sonetos de Shakespeare (publicados en 1609) no son solo poesía bonita. Existe una teoría que dice que fueron un encargo. Se cree que Henry Wriothesley, conde de Southampton, pudo haber pedido a Shakespeare que escribiera para convencer a un joven noble de casarse y asegurar su linaje. Otros estudiosos apuntan a William Herbert, conde de Pembroke. No se tiene muy claro su origen, pero sí que iban dedicado a un joven y cuya temática va cambiando a través de los sonetos.
Son el equivalente renacentista a los mensajes crípticos en redes sociales.
Los primeros, concretamente los sonetos 1 al 17, parecen escritos por una tía pesada en Navidad diciéndote todo el rato «Cásate ya y dame un sobrino, que la belleza no dura para siempre. Se te va a pasar el arroz».
“From fairest creatures we desire increase”
(De las más bellas criaturas deseamos descendencia).
Sonnet 1
Vamos, que estaba obsesionado con inculcarle a ese youngman que debía tener hijos para perpetuar su hermosura.
Con el tiempo, Shakespeare cambia el discurso y, a partir del Soneto 18 le vemos un cambio de tono. El poeta parece enamorado de ese youngman o Fair Youth al que dirige sus sonetos. Y, en ellos, empieza a hablar de que el arte y la poesía también pueden ser una herramienta más que útil para alcanzar la inmortalidad.
“So long as men can breathe or eyes can see,
so long lives this, and this gives life to thee.”
(Mientras los hombres respiren y los ojos puedan ver,
así vivirán estos versos, y estos te darán vida a ti).
Lo que William Shakespeare le está diciendo a su amado aquí es «¿Sabes qué? Olvídate de casarte. Te voy a hacer inmortal a través de mi poesía.» ¿Y quién no querría que Shakespeare le escribiera eso?
¿Pero quién era este joven que tenía al Bardo tan encandilado? Aunque no se tienen pruebas (pero tampoco dudas), las pesquisas apuntan a que ese Fair Youth era Henry Wriothesley o William Herbert, ambos jóvenes aristócratas y mecenas del poeta. Los académicos llevan siglos intentando descifrar este enigma.
¡Pero ojo! Cuando pensabas que el asunto ya estaba servido, entra en escena ella: la Dark Lady.
A partir del Soneto 127 Shakespeare nos describe a una mujer morena, apasionada y muy distinta a las damas idealizadas de su tiempo:
“In the old age black was not counted fair…
But now is black beauty’s successive heir.”
(En tiempos antiguos lo oscuro no se consideraba bello… pero ahora la belleza también puede ser negra).
Pero lo mejor aparece en el Soneto 144 —uno de mis favoritos—, en el que se marca un plot twist digno de telenovela:
“Two loves I have of comfort and despair,
Which like two spirits do suggest me still.”
(Dos amores tengo, de consuelo y de desesperación, que como dos espíritus me tientan sin cesar.)
En este soneto, Shakespeare nos revela que se siente atraído tanto por el joven como por la oscura mujer. Que ambos le tientan y los desea. Pero además, nos confiesa su sospecha de que, no solo él los desea, ¡sino que cree que ellos se ven a escondidas!
Aquí, Shakespeare nos muestra unos toquecitos de misoginia, culpando a la mujer de ser la corrompedora de su ángel. Mostrando a la Dark Lady como su demonio oscuro y al Fair Youth como su ángel bueno.
Lamentablemente, nunca sabremos mucho más de aquel trío amoroso que inundaba la corte de sonetos. Pero lo que sí os puedo asegurar, es que leer estos sonetos leyendo entre líneas, analizando sus intenciones, es una montaña rusa de amor, obsesión y celos. Algo que empezó probablemente como un encargo cortesano, al final se convirtió en el diario poético de un hombre atrapado entre un joven idealizado y una amante terrenal que lo volvían loco.
¿Y tú qué opinas? ¿Crees que Shakespeare solo cumplía con su encargo o que, entre soneto y soneto, estaba demasiado ocupado viviendo su propio triángulo amoroso? ¿Crees que la Dark Lady era una simple sirvienta que se vio metido entre el ego de dos machitos bisexuales? ¿Tienes algún soneto favorito de Shakespeare?
Te leo en comentarios.
Qué importantes son esos profesores/as que contagian la pasión. Me han encantado los cotilleos, por cierto. Un ejemplo más de que, cuanto más se sabe, más se disfruta.